Suspendido en tiempo y espacio. Tuve la misma sensación vívida de algún otro carnaval arrancado de un viejo calendario.
Quizá el Rey Momo me empujó hasta ese sujeto de particular bigote de herradura. No quise molestarlo por lo que esperé que se desocupe, estaba vendiendo unas nieves y tenía la camisa empapada de sudor.
Pedí tomarle una fotografía a lo que accedió gentilmente.
Feliz carnaval, le dije, y me fui hacia otra locación. Después lo volví a ver...estaba bailando, estaba feliz. La gente lo aplaudía y se esforzaba por sacar sus mejores pasos. Estaba bailando, estaba feliz.
Desconozco su nombre pero prefiero llamarlo "El Mariachi".
Hubo dos planos que me invitaron a la reflexión: 1 Nuestro mariachi bailando para una tribuna alegre. 2 Un hombre "refinado" pidiéndole que se corra, que deje de hacer el ridículo.
Otra vez el tiempo se detuvo y pude verlo bailando sólo, sin público, sin banderas, sin nieve. Daba giros, extendía sus brazos al cielo y cerraba lo ojos.
En un parpadeo tanto el como yo volvimos a la realidad pero mi personaje ya no estaba, se había ido hacia alguna lado tal vez.
Si alguien lo tiene cerquita díganle que me alegro la noche, que tuve un viaje efímero a las entrañas mismas del carnaval donde no hay espacio para la tristeza.
Gracias por hacer de cada noche un momento para la felicidad y las ganas de vivir. Lo demás es pura espuma.